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Natación: A los 79 años murió Agenor Almada, "El yacaré del Paraná"
Agenor Almada comenzó con su impecable estilo de nado a los 9 años. Fue un titán en récord de permanencia en el agua con 61 horas atado de pies y manos y cruzó a nado a los 31 años el Río de la Plata en 19 horas. Retó varias veces a distintos deportistas a animarse a dejar la pileta y superar sus marcas.
El sábado 7, a los 79 años el reconocido nadador Agenor Almada falleció dejando un importante legado en los deportistas de Aguas Abiertas de la Argentina.
"El Yacaré del Paraná", como se lo bautizó por sus aventuras en el río y apodo con el que será recordaro por sus hazañas en distintos puntos del país.
Almada, vecino de la ciudad de San Pedro y del barrio conocido como "Las Canaletas", estuvo ligado a la natación desde muy pequeño. A los 9 años ya mostraba grandes rasgos de un nadador único en su especie y comenzó como velocista.
Tiempo después comenzó a desempeñarse en carreras de distancias largas y a los 13 años ya competía con rivales que superaban los 25.
En 1949, con apenas 16 años, Agenor se arrojó a las aguas en Ramallo y llegó a nado a San Pedro; dos años después desafió a la inmensidad y, no conforme con lo logrado, unió Rosario con su ciudad natal, en tan sólo 29 horas.
Uno de los mayores logros de Alamada se registró cuando, a los 31 años, logró cruzar el Río de la Plata y parar el reloj de la Federación Argentina de Natación de Aguas Abiertas en 19 horas 10 minutos, algo difícilmente superable por sus colegas.
En su haber quedan muchas pruebas tales como las 61 horas que permaneció en el río atado de píes y manos, empleando sólo los movimientos del estilo mariposa.
Agenor ha dejado una huella por la que muchos deportistas deberán animarse a transitar y a los que permanentemente, pese a su edad, desafiaba.
Quien tuvo la posibilidad de hablar con algún nadador de pileta sabe que ellos buscan dar brazadas largas para tocar el borde, impulsarse y emprender el nuevo desafío, quizá por ello los duelos de Almada eran de dimensión inimaginable ya que frente a él no había un borde, sólo la inmensidad del Paraná que lo invitaba a superarse.