Según cuenta la leyenda el nombre proviene de un caballo salvaje de pelaje tordillo que nunca pudo ser atrapado por los lugareños.  Forma parte de las llanuras ubicadas al sur del río Salado que hacia el siglo XVIII eran dominio de los indígenas het hasta que se instalaron los jesuitas. Fue creado por decreto del gobernador Juan Manuel de Rosas el 20 de diciembre de 1839 luego de la “Revolución del Sur”.

Las llanuras ubicadas al sur del Salado eran dominio de los indios hasta que, en 1740, se instalaron los jesuitas con el fin de extender la civilización y efectuar la conversión de los aborígenes. Más tarde, gobernantes y hacendados empezaron a ver en esas tierras un promisorio futuro de explotación, y alrededor del año 1814 llegaron los primeros pobladores, entre ellos los Rosas y los Anchorena.