De La Cava a la Nación: La historia de Fernanda Miño, la "villera" que eligió Alberto para urbanizar los barrios
En LaNoticia1.com, la nueva secretaria de Integración Socio Urbana de la cartera de Hábitat revela su historia de vida. De dejar la primaria para trabajar y ayudar a sus 8 hermanitos, hasta ser concejal y candidata a Intendenta en San Isidro. Se muestra "orgullosa de ser villera" y del cargo que ocupa. Dice que lo que está viviendo "solo pasa en las películas". Sueña con conocer al Papa Francisco y adelanta que "el objetivo es llevar los servicios a todos los barrios": "Es terrible no tener ni agua para hacerle un mate cocido a tus hijos".
Por Christian Thomsen Hall
La flamante funcionaria de Alberto Fernández fue definida como "una villera para urbanizar las villas", según el comunicado distribuido por la organización de Juan Grabois. Vive en la villa La Cava, donde nació, se crió y se compromete a seguir viviendo. De hecho, desde 2017 es concejal en San Isidro, banca que abandonará para hacerse cargo de su nueva responsabilidad, y fue precandidata a intendente del Frente de Todos en las PASO de San Isidro. Además, forma parte del Frente Patria Grande y del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) y es parte de la mesa nacional de Barrios Populares, "una plataforma que nuclea referentes de villas y asentamientos de distintas provincias del país y organizaciones.
Miño tiene 45 años, es mamá de 4 hijas, las dos menores mellizas. La catequista comenzó su militancia social ligada a la Iglesia católica y luego de donar el patio de su casa, construyó junto a otros vecinos un centro barrial para niños y adolescentes en La Cava. En diálogo con LaNoticia1.com, dice estar "orgullosa de ser villera". Revela que en séptimo grado dejó la primaria y trabajó en casas de familias hasta los 20 años para ayudar a sus 8 hermanitos. A los 21 retomó los estudios y hasta hoy sigue dando clases en la villa. Además, sueña con lograr el acceso de los servicios a todos los barrios: "Es terrible no tener trabajo, que la lluvia se lleve parte de tu casa y no tener ni agua para hacerle un mate cocido a tus hijos".
¿Cuáles son tus primeras sensaciones tras ser designada funcionaria nacional?
Más allá de las felicitaciones y de la alegría de alcanzar este cargo, estoy contenta por asumir una gran responsabilidad. Yo soy la cara visible de un laburo enorme que se viene dando ya hace muchos años y que ahora se plasma como agenda de Estado. Esto lo venimos trabajando desde el relevamiento y los certificados familiares en 4.416 barrios de todo el país. Y lo que fuimos impulsando con la Ley N°27456 que fue la que planteó la integración socio-urbana de todos los barrios de Argentina.
Juan Grabois te presentó como "la villera que va a urbanizar las villas"...
Muchos cuestionaron esa definición pero yo soy la menos ofendida. La condición de villera suena más como cotillón para vender una nota. Pero yo estoy muy orgullosa de ser villera, de haber nacido y crecido en un barrio. Estoy orgullosa de haber luchado por todo lo que falta en la villa y haber podido concientizar, junto a otros, esta idea de que hay muchas cosas mal, de que hay una vulneración de derechos y que hay que empezar a luchar por eso. En este camino no estuve sola, fue un proceso largo donde me acompañó mucha gente, tanto familia, vecinos y muchos otros actores invisibles, quiene fuimos artífices de nuestra propia transformación.
¿Cómo arrancó tu historia en la villa La Cava de San Isidro?
Yo nací en La Cava en 1974, en el viejo Hospital Eva Perón de San Isidro. Soy la del medio de 9 hermanos, de los cuales 7 nacimos en San Isidro. Fui al colegio Mariquita Sánchez de Thompson, en la escuela N°25 que está sobre Avenida Rolón. Cursé hasta séptimo grado y después empecé a trabajar en casas de familia por la necesidad propia de ese momento, de tener que ayudar en mi casa. Trabajé hasta los 20 años cuando nos conocímos con mi esposo, nos casamos y nos compramos una casita ahí en el barrio. A partir de ahí hubo un crecimiento personal con el objetivo de prepararnos para formar una familia. A los 21 años retomé el secundario y luego hice el profesorado de catequesis y gracias a eso empecé a trabajar en el Colegio Parroquial Santo Domingo Savio de La Cava, donde sigo dando clases hasta el día de hoy. Pese a todos nuestros intentos de urbanización, en todos estos años el barrio ha cambiado muy poco y lo nuevo que se hizo fue fruto del esfuerzo de los propios vecinos.
¿Cómo fue que decidiste donar el patio de tu casa para los chicos de la villa?
Yo vivía en el pozo y cuando nos casamos con mi marido compramos una casita en 20 de Junio, que es el último sector de La Cava, para el lado de Acceso Norte. Allí durante 9 años tuvimos un patio donde jugaba el perro pero cuando empezamos a ser padres y más allá del trabajo pastoral que veníamos haciendo en la parroquia, nos preguntamos que mundo queríamos para nuestras hijas. Nos venía haciendo mucho ruido todo lo que era el barrio, las injusticias y la inequidad. Lo primero que hicimos fue ver qué podíamos hacer desde nuetro lugar. Y ahí se nos ocurrió que nuestro patio, además de nuestra hija, lo podían compartir otros niños. Allí empezamos a abrir el portón de nuestra casa para que los chicos que jugaban en los pasillos entren a hacer talleres y pinten. Primero fueron algunos vecinitos pero después se fueron sumando muchos más.
Imagino que esto habrá comenzado con mucho esfuerzo porque no contabas con recursos...
Al principio fue más que nada darles un espacio y darles mate cocido, leche y compartir unas galletitas. Primero fueron 10 vecinitos de la zona más nuestra hija. Después fueron 15, 20, 30 y así se fueron multiplicando. Hoy tenemos entre 80 a 90 chicos que todos los días vienen para recibir apoyo escolar primario y secundario y a realizar distintos talleres. Y así se fueron sumando otras actividades. A medida que uno se va comprometiendo, las necesidades van cambiando y uno tiene que buscar respuestas y encontrar las salidas. Todo eso me fue llevando a pesar que todo el esfuerzo que hacía en el barrio, dando apoyo escolar y combatiendo situaciones de violencia, no bastaba. Todo lo que podía hacer desde ahí no era suficiente para paliar todas las necesidades del barrio. Por eso decidií empezar a comprometerme desde otro lugar, para poder repensar el rol del Estado.
Sos una de las dirigentes que vuelve a hablar de la Fe en esta época donde la Iglesia es tan cuestionada...
Antes tenía un rol mucho más activo y comprometido en la parroquia, cosa que extraño porque con las nuevas responsabilidades tuque que quitarle tiempo. Pese al trabajo y al poco tiempo que puedo estar con mi familia, sigo estando en la parroquia. Yo siento que todo lo que hago es motorizado por la fe. A mi me hace feliz pensar así. Si no fuera por el trabajo voluntario de toda la gente que colabora en la parroquia sería imposible haber llevado a cabo todo el trabajo que hicimos en nuestro barrio. Todo lo que me pasó a mi en los últimos años solamente pasa en las película . Y para mi es Dios quien va trazando los caminos y me dice: 'Es por acá'. A mi me llena de una paz enorme saber que todo esto que me pasa como persona, como política y como cristiana, es gracias a la Fe. No encuentro otra forma d explciarlo.
¿Te gustaría algún día conocer al Papa Franciso?
Si. Yo llegué a verlo Bergoglio cuando era Arzobispo. Una vez ofició una misa en la villa 31 cuando fue el aniversario del Padre Mujica y en aquella oportunidad quise acercarme a saludarlo pero después me dio cosita. Hasta el día de hoy me arrepiento de no haberme acercado a saludarlo y contarle todo lo que hacíamos en nustro barrio. A Francisco siempre se lo mostró de una forma muy controversial pero yo conocía su otra cara. La del trabajo solidario y silencioso que hacía dentro de la villa, todo esto contado por los propios habitantes de la 31. En enero de 2018 tuve la posibilidad de ir a verlo en Chile pero no pudimos conocerlo personalmente. Es impresionante ver todo lo que despierta la figura del Papa Francisco y para mi es una gran guía.
¿Cuáles son los desafíos y los objetivos qye te trazás para esta primera etapa?
Nuestro gran objetivo es lograr el acceso de los servicios a nuestros barrios. Nuestro equipo viene trabajando hace muchos años en esto. Cuando vas a un barrio y ves toda la desidia, de gente que no tiene para comer o no tiene trabajo, cuando recorrés comedores y ves a chiquitos sin sus familias, a todo esto sumale llegar a tu casa y no tener luz y ni siquiera tener agua para calentarle un mate cocido a tus hijos. Y agregale que cada vez que llueve, el agua se lleva parte de tu casa. Es un panorama realmente muy difícil y que se ha agravado durante los últimos cuatro años por las políticas de la gestión anterior. Ahora tenemos la seguridad de por donde queremos ir en estos primeros meses y los objetivos que nos queremos plantear, que en algunos barrios son las mismas necesidades de hace 30 o 40 años.
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