Del conflicto a la cercanía: así fue la relación entre Cristina Kirchner y el Papa Francisco
Durante su papado mantuvieron siete encuentros. Hubo muchos gestos. Pero también, chicanas, campañas sucias y hasta un giro inesperado. La relación entre ambos tuvo de todo.
La relación entre el Papa Francisco y la Argentina estuvo atravesada por encuentros con distintos presidentes, pero nadie lo visitó tanto como Cristina Fernández de Kirchner, quien se reunió con él siete veces, incluso durante sus giras papales. Fue la jefa de Estado que más veces fue recibida por el Sumo Pontífice.
El vínculo entre ambos tuvo momentos tensos, sobre todo cuando Jorge Bergoglio aún era cardenal. Su relación con los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina fue tirante, marcada por declaraciones cruzadas, críticas veladas y actos de fuerte simbolismo. En 2004, Bergoglio cuestionó en una homilía “el exhibicionismo y los anuncios estridentes”, y al año siguiente, el entonces presidente decidió no asistir al tedeum, lo que provocó su cancelación. Fue el primer gran cortocircuito.

En 2006, el vocero del arzobispo fue tajante: "No hay relación de la Iglesia con el Gobierno." Y Néstor devolvió con una frase fulminante: "Cuidado que el diablo también llega a los que usan sotanas."
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Con Cristina en la presidencia, los roces continuaron. En 2008, Bergoglio se reunió con Julio Cobos en medio del conflicto con el campo, lo que fue leído como un gesto político. Un año después, pidió terminar con la “crispación social”, y desde el kirchnerismo le respondieron con ironía: lo rebautizaron “cris-pasión”. La relación parecía ir de mal en peor.

El punto más tenso llegó con el debate por el matrimonio igualitario. Pese a que durante su papado dejó un legado de apertura hacia la comunidad LGBT a través de frases históricas que marcaron un cambio en la Iglesia Católica, en su momento Bergoglio fue muy crítico de la ley impulsada por el kirchnerismo y pidió a los sacerdotes “resaltar el valor de la familia”. En medio de esas tensiones, Cristina lanzó una chicana desde la Casa Rosada: “Decí que no hay papisa, si no, te disputo algún lugar".

La elección de Bergoglio como Papa fue un hecho inesperado que sorprendió a todos. En una tarde de marzo de 2013, la noticia paralizó a buena parte del país. Para muchos argentinos fue un momento de orgullo; para otros, una sorpresa difícil de digerir. La entonces presidenta reaccionó con frialdad. En un acto en Tecnópolis, evitó nombrarlo como argentino y lo mencionó como “un latinoamericano”, lo que generó silbidos entre los militantes. En el Congreso, diputados kirchneristas se negaron a rendirle homenaje, lo que provocó la reacción del PRO y otros sectores de la oposición.
Durante años, desde el kirchnerismo se había impulsado una campaña para vincular a Bergoglio con la última dictadura militar, acusándolo de haber entregado a dos sacerdotes jesuitas. Esas acusaciones lo llevaron a declarar como testigo en la causa ESMA, aunque la Justicia no encontró elementos para imputarlo. A pesar de eso, la sombra de aquella campaña pesó sobre los primeros días de su papado.
Pero todo cambió cinco días después. Cristina viajó al Vaticano y protagonizó el primer encuentro agendado por el nuevo pontífice. Desde entonces, buscó acercarse. Lo visitó en Brasil, Paraguay y Cuba, y destacó su “sencillez”. Incluso se plegó a Scholas Occurrentes, el proyecto educativo global impulsado por Francisco.
Aunque algunos sectores oficialistas lo criticaban duramente, tras el primer encuentro todo cambió. Página/12, 678, La Cámpora y hasta Luis D’Elía bajaron el tono. La relación se consolidó y pasó del “diablo con sotana” a “mi amigo el Papa”.
En 2014, Cristina lo acompañó en una actividad junto a Estela de Carlotto, quien años antes lo había acusado de colaborar con la dictadura. Y en otro gesto llamativo, durante un discurso en la ONU, la Presidenta contó que fue amenazada por ISIS “por ser amiga del Papa”.
Ahora, con Francisco ya descansando en la Basílica de San Pedro, Cristina lo despidió con una frase cargada de emoción: “Te vamos a extrañar Francisco, la tristeza que tenemos es infinita.”
El vínculo de Francisco con Cristina terminó dando un giro. Fue una relación que comenzó con desconfianza, tensiones y campañas en su contra, y que terminó construyendo uno de los lazos más cercanos entre un presidente argentino y el Vaticano.
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