Mauricio Saldivar, meteorólogo: "Nos tenemos que ir preparando para una mayor frecuencia e intensidad de eventos"
El especialista dialogó con Lanoticia1.com sobre el temporal que afectó Bahía Blanca y área metropolitana. Qué es un "derecho". No vinculó al temporal con el cambio climático pero reflexionó sobre qué se espera del clima en el futuro.
Por Walter Albarracín
El último temporal afectó casi desde el sur al norte del territorio, hubo muchos problemas ¿Qué fue finalmente lo que ocurrió?
Lo que pasó fue lo que se conoce con el nombre técnico de turbonada. Es una línea de tormentas bien organizada que estaban orientadas de noroeste a sureste, y comenzaron avanzando primero por el sur de la provincia de Buenos Aires y lentamente fueron barriendo toda la provincia.
Estas tormentas que estaban formando parte de esa línea tenían huecos en el medio de la línea de tormentas y como eran de gran desarrollo vertical, eran muy altas y eran tormentas muy desarrolladas.
Las tormentas se forman por procesos convectivos, estos son movimientos ascendentes y descendentes del aire. La corriente descendente de aire dentro de la nube de tormenta puede alcanzar velocidades superiores a los 150 a los 200 km por hora. Ese aire descendente, al chocar contra la superficie de la tierra, avanza. Es como si arrojaras un balde con agua, pero en lugar de agua, fuese aire, y en lugar de balde sería esta nube de tormenta.
Imagínate eso avanzando en una dirección predeterminada, que es la dirección de avance de la tormenta, y esto en meteorología lo conocemos como derecho. Ese es el nombre que recibe, que fue descrito por primera vez en los Estados Unidos. Lo denominaron así, porque es el aire, el viento que avanza en forma derecha, en forma rectilínea.
Y en esas ocasiones el viento tiene fuerza destructiva, puede superar ampliamente los 120 km por hora. Y esto fue lo que pasó primero en Bahía Blanca. Una tormenta tiene un ciclo de vida de una hora aproximadamente. Esas tormentas se van regenerando a medida que va avanzando este línea de tormentas que estaba alimentada precisamente por el aire cálido y húmedo que estaba por delante.
Estos días hemos tenido temperaturas altas y con mucha humedad en gran parte de la provincia de Buenos Aires. Bueno, ese es el combustible para que estas tormentas fuesen tan altas, tan elevadas y sean tan altas.
Mientras iban avanzando hacia el norte, llegando cerca del área metropolitana de Buenos Aires, unos 100 km al sudoeste, con el radar detectamos algunas tormentas que presentaban características de tornado.
¿Es correcto decir que hubo un tornado o no?
Para determinar si hay tornado o alguien lo tiene que haber visto a la nube embudo tocando tierra o analizando los daños. Son las dos únicas formas que se pueden confirmar la presencia de un tornado.
El radar nos dice que hay como precursores que indicaban la presencia de un tornado pero no significaba que estuviese un 100% el tornado. Sirve para alertar básicamente este dato en el radar.
Los mayores daños ocurrieron en otros lugares de la ciudad de Buenos Aires donde no hubo esta señal, un TVS (señal de vórtice de tornado), y por las características de los daños, la localización, porque todas las ramas y los árboles cayeron en una única dirección, no eran los daños típicos que se pueden observar de un tornado. Pensamos que el mayor potencial de destrucción se debió precisamente a esos “derechos” que se dieron prácticamente de manera serial.
Técnicamente, la palabra es “derecho”. Especialistas habían hablado que es por su longitud y duración, ¿es así?
El derecho es un fenómeno limitado, en sí mismo. Lo que pasa es que acá se dieron varios de manera como alternada. Entonces, como si fuese turnando para manifestarse.
Lo que tuvo una gran extensión fue la línea de tormentas, alrededor de 600 kilómetros de longitud. Pero no significa que en todos esos 500 kilómetros de longitud hubo derechos. Los derechos se daban, así como las tormentas tienen huecos entre ellas, porque si bien vos ves la nubosidad y todo un manto uniforme de nubes, están enmascaradas las tormentas dentro de esa nube. Entonces, por ahí las tormentas están separadas unos 50 kilómetros, 40 kilómetros entre sí.
Hubo alertas naranja y aviso a corto plazo. ¿Estuvieron correctamente aplicadas? ¿Cómo no caer en el alarmismo?
Las alertas estuvieron bien dadas, pero no tan bien dadas. O sea, había alerta naranja por tormentas severas y había alerta amarillo por vientos.
Alerta amarillo por vientos son vientos de 60 kilómetros por hora. Pero las tormentas severas pueden tener ráfagas de 100 kilómetros por hora o más. La gente común de las alertas no tiene, por ahí, el tiempo de ponerse leer la letra chica de las alertas que lo aclaraba. O no conoce lo que significa tormenta severa. Entonces, probablemente, no le haya dado bolilla.
Ahí hay un error comunicacional para mí. Y particularmente un error en la comunicación del riesgo del desastre o la comunicación del riesgo. Estuvo bien emitida la alerta para tormentas, no tan bien emitida la alerta para vientos, ahí fue subestimada. Y la gente interpretó lo que quiso. Como veníamos, además, de algunos días donde el pronóstico decía lluvias, y no llovió en el lugar donde estaba alguna persona porque a otra persona le llovió, o sea, para algunas personas se cumplió el pronóstico, para otras no. Este es un problema en la comunicación meteorológica también. Entonces desestimaron las alertas.
Que la gente común desestime una alerta puede ser, pero un funcionario público ante una alerta amarilla, naranja, no la puede desestimar. Hay que hacer un análisis del riesgo que implica y obrar en consecuencia.
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Vos has trabajado en la ciudad de La Plata, ¿cómo un funcionario debe prevenir correctamente a la población?
Lo principal es que nosotros, ante cada evento de riesgo, reuníamos al comité de emergencia municipal, le indicábamos cuál era la situación meteorológica prevista, con la mayor antelación posible. Había ocasiones en que podíamos adelantar con siete días, como fue en este caso. Había otras situaciones donde pudimos alertarlos con dos o una hora de anticipación, nada más, porque hay situaciones meteorológicas que son muy particulares y que tienen un desarrollo explosivo.
Pero La Plata, en particular, ha sido un proceso que ha llevado varios años de educación sobre el riesgo a los platenses en particular porque nuestros pronósticos en La Plata los hacemos por impacto. No le decimos sólo a la gente van a tener ráfagas de 80 kilómetros por hora, le decimos que puede haber voladuras de techo, que puede haber vehículos en la autopista que pueden desestabilizarse.
El texto de una alerta puede resultar muy técnico e incomprensible para el común de la gente, entonces lo que hacíamos nosotros era emitir pronósticos por impacto. La gente ahora, si le preguntás, ya sabes lo que significa el nivel de atención del riesgo amarillo, naranja o rojo. Es el resultado de un proceso de comunicación que hemos hecho por diferentes vías, donde tuvimos afortunadamente también el acompañamiento de los medios de prensa.
Muchas veces se habla, cuando se ven estas imágenes o pasan tragedias como la que pasó en el club de Bahía Blanca, que el cambio climático hace que los fenómenos o sean más frecuentes o más intensos, ¿vos coincidís?
Tres cosas. Una, esto no ha sido un desastre natural. Porque que se vuele un techo de un gimnasio, o un tejado de una casa, no es un producto de la naturaleza, es una construcción que no ha sido hecha respetando las normas de construcción, o que ha tenido defectos o vicios. No podemos decir que un terremoto provocó muertes, porque el terremoto en sí no mata, lo que te mata es una casa mal construida que no cumple con determinadas normas sismo-resistentes. Lo que te mata es la casa, no el terremoto. Por eso no hablamos de desastre natural.
Bahía Blanca es una zona que suele tener eventos de viento intenso. Creo que este ha sido extraordinario, pero vientos con ráfagas de 100, 120 kilómetros por hora suelen tener con relativa frecuencia. Entonces, primero, no ha sido culpa de la naturaleza, ha sido culpa de que probablemente haya habido vicios, o defectos, en el material con el que estuvo construido eso. Por ejemplo, muchas estructuras que uno ve que están caídas ahora, el tema del arbolado público que ha dejado a mucha gente sin luz, eso particularmente porque las ciudades ya tienen que tener todo el tendido subterráneo de electricidad y entonces no tendrían problemas en caso de que se caigan ramas o árboles enteros y dejar a una ciudad o a cientos de miles de habitantes sin luz durante varios días.
Respecto de si en esto tiene responsabilidad el cambio climático, yo no te lo puedo asegurar, porque para decirlo con certeza, para decirlo con base científica hay que hacer estudios que se denominan de atribución. No se ha hecho siquiera para lo que ha sido la inundación de La Plata de 2013, no le podemos echar la culpa al cambio climático. Ni tampoco directamente a este episodio del “Niño”, porque la inundación de La Plata de 2013 se dio en un año de la “Niña”. O sea que no hay una relación directa entre el “Niño” y elementos de estas características. Probablemente haya tenido algo de responsabilidad, como tal vez la haya tenido el cambio climático.
Si me preguntas a mí yo te tengo que decir con el mejor saber y entender que esto es producto de la natural variabilidad del tiempo y el clima. Así como hace unos días teníamos más de 30 grados, calor terrible, y hace dos o tres días venimos con máximas que no superaban los 24 o 25 grados, así varía el tiempo y el clima. Probablemente esto sea producto de esa variabilidad natural que tiene el tiempo, amplificada ahora, y ahí sí puede ser la responsabilidad del cambio climático. En este caso particular no lo puedo saber.
Probablemente nos tenemos que ir preparando para una mayor frecuencia e intensidad de eventos, por ejemplo de viento. Porque una de las cosas que he observado en los diez años que estuve en frente de Hidrometeorología en La Plata, es que ya teníamos más problemas como consecuencia de eventos relacionados con el viento que con las inundaciones o con las precipitaciones. Esto es una tendencia que se vio observando en gran parte del territorio nacional.
Por eso no hay que enfocarse solo en un tipo de alerta, sino hacerla multiriesgo. Pero evidentemente vamos a un clima más cálido y más húmedo, si hay mayor temperatura, que el aire se calienta más, y esto es ya por una propiedad de la física de la atmósfera, tiene la propiedad de poder absorber mayor contenido de humedad. O sea, cuanto más caliente el aire, más humedad puede contener. Y son los dos combustibles que necesitan las tormentas para generarse y para potenciarse.
Entonces, es lógico que si yo voy a tener más combustible, las tormentas van a ser más potentes. Y en un clima más cálido, lógicamente, van a ser más frecuentes. O sea que la ciencia nos está diciendo que sí: que vamos a tener eventos más frecuentes y más intensos.
Perfil
Mauricio Norman Saldívar es meteorólogo y divulgador científico. Licenciado en Enseñanza de Ciencias del Ambiente y con una Diplomatura en Gestión del Riesgo.
Participó en programas de canales de televisión, en la sección del Tiempo.
Se ha desempeñado como consultor independiente.
Es coordinador general del Sistema de Alerta Temprana Hidrometeorológica-Autotrol S.A. para Gobierno de Ciudad de Buenos Aires.
Fue Director en la Dirección de Hidrometeorología de la municipalidad de La Plata. Responsable del diseño y operación del Sistema de Vigilancia Hidrometeorológica (SIVHIM) de la ciudad.
Cuenta de X: @mnsaldivar
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