Ineficacia en la gestión: Otro punto que contribuyó a la derrota de Alberto Fernández el domingo y que pocos tienen en cuenta
Las causas que desembocaron en el duro revés electoral del Frente de Todos son variadas, aunque la situación económica y un relato alejado de los grandes problemas de las mayorías aparecen como las más relevantes. No obstante, hay otros problemas en el que pocos (o nadie) parecen reparar. Se trata de discursos, presentaciones y hasta leyes que no se condicen con la realidad. Cuando las cosas no funcionan, tarde o temprano, pasan factura.
Por Federico De Marco
Muchos relatos y muchos proyectos sólo han quedado en supuestas buenas intenciones por parte del Gobierno de Alberto Fernández. Un buen discurso sin anclaje empírico puede tener un lapso de tiempo de vida, pero al mediano plazo se desploma.
Días atrás, el dirigente social Juan Grabois despotricaba en televisión al enterarse que no se terminaron de ejecutar las partidas del Plan Progresar 2021. Es cierto. Muchos jóvenes estudiantes aún esperan una respuesta del Ejecutivo, ya casi sobre el cierre del año lectivo.
Gestiones fracasadas de este tipo abundan en la administración Fernández.
Recordemos el anuncio, con bombos y platillos, del Plan Básico Universal, que prometía acceso a la telefonía celular con una tarifa de $150. Ese proyecto fue reglamentado en el mes de enero. Nunca funcionó. "Estamos trabajando en el ajuste de los sistemas para incorporar los nuevos planes", afirmaban desde las empresas ante las consultas de los usuarios al tiempo del lanzamiento de la medida. Nunca más el Gobierno reparó en esa situación.
Lo mismo sucede con la devolución del 35% de adelanto de Ganancias para los compradores de dólares de 2020 que no estaban alcanzados por el gravamen. Nadie aún consiguió que le reintegraran su dinero, cuando desde AFIP señalaban que el plazo máximo para el reembolso era de 60 días. Las devoluciones deberían haberse concretado entre marzo y abril.
Ni hablar de problemas con organismos dependientes del Estado como Correo Argentino (que hizo literalmente un desastre durante el periodo de restricciones sanitarias, momento en el que más se lo necesitaba; no obstante, siempre funciona mal, con o sin pandemia) y el Enacom, por citar algunos. Enviar un paquete y que nunca llegue; que nadie (por ninguna vía) atienda los reclamos; y que el Enacom (que debería controlar el servicio de correos) no haga literalmente nada al respecto, contribuye a divisar la lejanía de una gestión con el grueso de la población. Recordemos que durante semanas en todo el país estuvo prohibido salir a la calle.
Y en este breve texto estamos dejando de lado cuestiones por todos conocidas, como el inicio del plan de vacunación contra el Covid-19, con irregularidades de todo tipo.
Sólo con los ejemplos citados arriba ya un universo amplio de personas, en un contexto durísimo de crisis económica y sanitaria, ha sido, de alguna manera, tocado, alcanzado. La ecuación es relativamente simple: una pésima ejecución de medidas no suma votos, más aún si son presentadas como la Toma de la Bastilla.
También podemos nombrar las computadoras para docentes anunciadas por el Ministro Trotta en el momento de plena educación virtual. Demoraron en implementar la idea, y fue para pocos (y nada ventajoso).
En este escenario, además, irrita masivamente cierta "épica" que el Gobierno busca imprimirle a anuncios irrelevantes o a medidas que después no se ejecutan. Ineficacia y sarasa (citando al Ministro Guzmán) juntos forman un cóctel explosivo, que más temprano que tarde te explota en la cara.
Lamentablemente, para el grueso de la población, la lista de yerros sigue, y es larga. Fernández no sólo deberá retomar las agendas de la mayoría, encontrar rumbo económico serio y abordar la realidad desde una concepción más abarcativa, sino, además, al implementar medidas deberá asegurarse de que éstas funcionen.
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