Sigue la falta de respeto a los pasajeros que registran la SUBE: En Morón, una jubilada pasó toda la noche haciendo fila
Este viernes, en la estación de Morón, se vive otra jornada de largas colas sin ningún tipo de organización visible por parte de las autoridades. Jubilados, niños, trabajadores y personas enfermas se vieron obligados a soportar largas horas de espera. Una jubilada espera desde las 20.00 de anoche; otra mujer de 81 años tuvo que ser asistida por un grupo de taxistas.
El Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) se encuentra sumida en una situación de caos desde el reciente aumento en las tarifas del transporte público. Con el alza en el precio del boleto de colectivo y tren, junto con el incremento previo en el costo del subte, los ciudadanos se ven obligados a enfrentarse a largas filas y agotadoras esperas para registrar sus tarjetas SUBE y acceder a los beneficios que permiten viajar a un costo más bajo.
Este martes, se oficializó un incremento aún mayor en el pasaje para aquellos que no cuenten con la tarjeta SUBE registrada, alcanzando los $430 en el caso del colectivo y $260 en el del tren. Este hecho generó una movilización masiva hacia los puntos de registro, exacerbada por el inclemente rayo del sol que castiga a quienes esperan pacientemente su turno.
En la Provincia de Buenos Aires, la estación de tren de Morón se convirtió en el epicentro de estas largas colas. Según la información proporcionada por la oficina de prensa de la Secretaría de Transporte de la Nación, la vía sugerida para el registro es la digital, sin embargo, los sistemas enfrentan numerosos problemas y cortes, lo que llevó a una afluencia masiva de personas hacia los puntos de registro físico.
Este viernes, en la estación de Morón, como ha sido la tónica durante toda la semana, se vive otra jornada de largas colas sin ningún tipo de organización visible por parte del Gobierno. Jubilados, niños, trabajadores y personas enfermas se vieron obligados a soportar largas horas de espera sin acceso a puestos de hidratación, evidenciando una falta de consideración por parte de las autoridades hacia la población vulnerable.
Gladys, una jubilada que trabaja vendiendo choclo y garrapiñadas en la plaza de Morón desde hace 40 años, relata la angustia que siente frente al aumento del boleto: "La página para registrar la SUBE estuvo muy colapsada toda la semana. Intentamos hacer el trámite con mis hijos, pero no pudimos. Entonces le dije a mi marido: 'Yo me voy a pasar toda la noche a la boletería para ser la primera, para hacer el trámite de una vez'".
“Desde las 8 de la noche de ayer que estoy acá. Estuve toda la noche hasta ahora esperando que que llegue la gente para poder registrar la SUBE. Para mí sí, un sacrificio terrible porque soy jubilada, porque no puedo caminar pero bueno, necesito poder hacer el trámite para estar tranquila”, indicó la mujer, que además señaló: “Yo creería que tendría que haber para los jubilados otra forma, una atención mejor y no venir y pasar toda la noche acá. La verdad que esto no da para más pero bueno, si no tengo opción lo único que me quedó es venir y quedarme toda la noche”.
Respecto a cómo pasó la noche aguardando que llegue la mañana, la anciana contó: “Estuve siempre sentada acá en la escalerita de la estación. No tenía agua, tuve que pedir, no tenía baño, tuve que pedir por favor. Le pedí acá a la agencia de Remis que si me daba una botellita de agua porque me agarraban los mareos”.
“Tengo muy entumecidas las piernas porque no estoy acostumbrada a estar toda una noche sentada en una escalera pero el sacrificio creo que va a valer la pena”, agregó Gladys, quien detalló que su situación económica se ve afectada por esta realidad: "Ahora en este momento está muy difícil ganarse el día a día, la diaria, el plato de comida. Me cuesta mucho después de 40 años, porque antes yo tenía mi ganancia pero ya no".
En tanto, otra jubilada, asistida por un grupo de taxistas, compartió su desgarradora experiencia: “Desde las 4 de la mañana estoy acá. Los taxistas me ayudaron a que pueda estar sentada. Me vine con los medicamentos que tengo que tomar. Ayer vinimos y no pudimos hacer nada, así que hoy volvimos. Este es mi segundo día. Tengo 81 años. Si fuéramos jóvenes todavía, pero a los 81 años, nunca me imaginé tener que venir a tomar mis medicamento acá, me van a llevar tener que llevar en camilla. Esto es un desastre”.
En las colas, que alcanzan hasta los 300 metros y se ven expuestas al implacable calor, se observa a personas de todas las edades, desde ancianos resignados hasta madres amamantando a sus bebés. Todo esto, en un esfuerzo desesperado por registrar la tarjeta SUBE y evitar el incremento en el precio del pasaje, una situación que, lamentablemente, parece no tener fin en el corto plazo.
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