Violencia en la Liga Sampedrina: En una semana le pegaron a dos árbitros y uno sufrió fractura de maxilar
Uno de los atacados fue Horacio Arias por parte del entrenador de la reserva de Agricultores de Gobernador Castro y su hijo en la victoria parcial ante La Roca mientras que el otro caso ocurrió en Pérez Millán donde Marcelo Meléndez recibió dos golpes de puño en su rostro de parte de un jugador de la primera de Portela que le provocaron una grave lesión. Además, en la misma jornada otro duelo fue suspendido porque un futbolista empujó al juez.
El Tribunal de la Liga Sampedrina (LDS) que organiza campeonato a través de la Unión Regional de Ligas (URL) San Pedro-Baradero atraviesa días de mucho trabajo porque, aunque la violencia se hizo presente durante toda la temporada en todas las categorías, la última semana la situación empeoró con tres árbitros atacados y uno de ellos lesionado de gravedad.
La cadena de episodios empezó el 19 de agosto en Pueblo Doyle en el duelo de reserva entre La Roca y Agricultores de Gobernador Castro. A los 15 minutos del segundo tiempo, cuando el visitante ganaba 1 a 0, tras reiterados reclamos a uno de sus asistentes, el árbitro Horacio Arias mantuvo un entredicho con el entrenador identificado como Ramón Alberto Cabrera, lo expulsó y recibió un cabezazo en su cara. Acto seguido, el hijo del agresor de 47 años le propinó una patada en los testículos que lo hicieron caer e, inmediatamente, los demás jugadores castrenses, enojados por el accionar de sus compañeros de plantel, intervinieron junto con los locales para que la situación no se agrave.
El juez suspendió el duelo, elaboró el informe que analizó el HTP el cual le dio el duelo como ganado al local y radicó la denuncia en la comisaría. A pesar del mal trago y tras analizar la situación, decidió continuar su jornada laboral como asistente de Santiago Banegas en el cotejo de primera división en el que La Roca y Agricultores empataron 1 a 1 para no perjudicar a las instituciones por la acción de dos personas.
Seis días después, la violencia llegó con más fuerza a Pérez Millán, localidad de Ramallo a la que pertenece General San Martín que también se desempeña en la LDS. El cotejo de la séptima fecha del Clausura para Primera A Lorenzo García entre el dueño de casa y Portela no terminó porque Diego Arce del visitante le pegó dos golpes de puño en el rostro al colegiado Marcelo Meléndez y le fracturó el maxilar izquierdo.
La agresión ocurrió a los 20 minutos del segundo tiempo cuando el local se imponía 3 a 1. En un ataque del club de la localidad de Baradero, el juez le cobró infracción al delantero y lo amonestó. Acto seguido, lo insultó diciéndole "qué cobras pelotudo, anda a cagar", recibió la tarjeta roja y reaccionó con dos piñas en la mandíbula del colegiado que, si bien no cayó al piso, recién recobró el conocimiento minutos después en el vestuario.
Tras la golpiza, compañeros de Arce y futbolistas del anfitrión lo contuvieron para que no continúe con su acto hasta que fue retirado del campo de juego. Meléndez, por su parte, fue trasladado en una ambulancia a una sala de primeros auxilios del pueblo donde estuvo alrededor de dos horas hasta que lo derivaron al hospital de Ramallo donde se constató mediante una radiografía la grave lesión.
Meléndez tuvo como asistentes a Marcos Heredia y Maximiliano Cueto, realizó la denuncia en la comisaría y elaboró el informe que presentó al Tribunal de Penas que resolvió el resultado del cotejo como ganado a General San Martín.
La misma tarde pero en San Pedro, Defensores Unidos-América, por la Primera B, no concluyó porque cuando el visitante anotó el segundo gol cerca del final un futbolista rojiverde empujó al juez César Suárez de San Nicolás que, en medio de reclamos, determinó no continuar el cotejo.
En ningún caso, el HTP de la Liga Sampedrina sancionó a los protagonistas quienes todavía deberán declarar y luego conocerán su veredicto o no por los actos que se los acusa. Mientras tanto, los clubes discuten en las reuniones y entienden que las reacciones son productos de malos arbitrajes y, en ocasiones, sospechados de corrupción, excusas con las que evitan aceptar y entender que el problema está puertas adentro y son ellos los que deben solucionarlo tomando medidas con sus deportistas y entrenadores que a diario son expulsados de las canchas.