¡Vivan las mujeres, carajo!: “Nuestra Salón está en las calles”, el grito unísono en defensa de los derechos adquiridos
“Fuimos marea, seremos tsunami”, rezó la consigna que congregó a mujeres y disidencias en todo el país. Una convocatoria al 8M diferente en la que las principales banderas fueron la reivindicación de derechos ya adquiridos y consignas contra el ajuste de Javier Milei.
Por Gabriela Edith Lorenzo.
A dos días de conmemorarse el 8M y frente a cientos de infancias y adolescencias, el presidente de la Nación trató a las mujeres de “asesinas de pañuelo verde” y, yendo aún más lejos en el desafío de la ley que garantiza la Interrupción Voluntaria del Embarazo, aseguró que el crimen estaba agravado por el vínculo. Ese mismo día, en el colegio Cardenal Copello de Villa Devoto del que fue alumno, continuó su discurso haciendo caso omiso del auditorio, el contexto y su propia investidura.
Javier Milei, no sólo se burló del adolescente que se desmayó en el escenario provocando la risa de todos sus compañeros, también tuvo tiempo para contar el chiste del burro que “gana por insistidor y no por lo otro…. se entiende?”, realmente espero que no, que la niña de no más de 12 años que sostenía una bandera a su lado, no haya entendido de qué hablaba el presidente.
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Estos ataques patriarcales teñidos de misoginia y una sexualización excesiva que parece formar parte natural de los discursos de Javier Milei, eran solo un adelanto de un agravio que llegaría el mismo 8 de marzo de la mano de la mujer más importante que tiene el Gobierno Nacional, la secretaria de Presidencia y hermana del mandatario.
Entonces, este 8M no fue como los anteriores, claramente. Amanecimos con la noticia de que el Gobierno Nacional cambia el nombre y reemplaza los cuadros en el “Salón de las Mujeres” de la Casa Rosada por el de “los Próceres”. Fue la primera vez que se escuchó la voz de Karina Milei a la que, como no puede ser de otro modo, por ser la que manda, la apodan “el jefecito”.
Este 8M nuestras compañeras en Rosario no pudieron marchar, porque la violencia criminal hace trinchera en los huecos que el Estado va dejando vacíos, mataron a dos taxistas en las últimas 48 horas, en una pulseada entre las bandas narcos en las cárceles y Patricia Bullrich; seguramente recuerden las fotos de los presos desnudos y la cita de: “Vamos a hacer requisas cada vez más profundas”.
Más tarde, nos enteramos de que la Policía Federal Argentina (PFA) gaseó a una embarazada y a su pareja para bajarlos del tren Roca. Acusada de no haber pagada el boleto, la mujer que se dirigía a Ezeiza, fue traslada por un oficial hombre hasta los baños del personal de la Estación en La Plata. Otra mujer se acerca con su celular y le pide que se identifique: “López Ivana Ayelén”, dice y mientras que, otra la acompaña explicando que es abogada, la joven llorando dice: “No estoy viendo nada”.
A unas cuadras, los agentes de Seguridad Vial del Municipio de La Plata, cortaban las calles en las inmediaciones de plaza Moreno, donde desde las 16.00 las mujeres, diversidades y disidencias, se dieron cita para concentrar en una nueva marcha del 8M. Una columna de 8 cuadras ocupó las avenidas de diagonal 74 y calle 7 desde las 17.00 y bajo una intensa lluvia que no detuvo la marcha. A los clásicos cánticos de “Vivas y libres nos queremos”, “Señor señora, no sea indiferente, nos matan a las pibas en la cara de la gente”, se sumaron los de “Milei basura, vos sos la dictadura” y consignas contra Santiago Caputto y las medida de ajuste y motosierra que lleva a cabo el Gobierno Nacional.
Mientras miles de mujeres hacen malabares para llenar los tupper y platos que se duplican en cada comedor y merendero, el presidente se ilusiona con bajar el rango al feminismo privándonos de la categoría de secretarias y embajadoras; ni la RAE se atrevió a tanto. A partir de ahora, las funcionarias que lleven esos títulos serán subsumidas en la categoría masculina, tal como la secretaria general de la Presidencia, “el jefecito”. Pero todos estos atropellos, lejos de acallarnos, reimpulsaron lo que fue la lucha por la equiparación de derechos en un reclamo por la reivindicación y defensa de lo logrado.
En el Congreso, a pesar del vallado, la vigencia del protocolo Bullrich y el despliegue policial, la masiva movilización copó la Plaza y las calles aledañas. Una vez más, las mujeres volvimos a ponernos al frente de las protestas, principales víctimas de las políticas de ajuste, invisibilizadas en lo material y lo simbólico. “A Milei no le tenemos miedo”, “A nuestra libertad no la maneja el mercado”, “A la motosierra, resistencia”, se repetía en las calles de todo el país, a las que muchas, en las redes, apodaron como “el Salón de las Mujeres”.
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En el ahora “Salón de los próceres”, además de las figuras emblemáticas de José de San Martín y Manuel Belgrano, se colgaron cuadros de expresidentes como Julio Argentino Roca y Carlos Saúl Menem. A los ojos de esta administración, ninguna mujer fue lo suficientemente importante en la historia del país como para compartir los honores. Ni siquiera la figura de Juana Azurduy (nacida en Bolivia) o la afro argentina María Remedios Del Valle, que combatieron bajo el mando de Belgrano y se enfrentaron a las tropas realistas en las expediciones al Alto Perú.
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Por mucho que este gobierno de ajuste material e ideológico intente derribar la protesta social y las manifestaciones en las calles, este 8M, las mujeres demostramos que al achique del Estado respondemos agrandando la lucha, en una de las movilizaciones más masivas desde la asunción de Javier Milei. Con réplicas en todo el país, mujeres, disidencias y diversidades, agrupadas y auto convocados, hicieron sentir en las calles sus gritos de libertad. Este 8M fue diferente, porque la marea verde volvió como un tsunami que llegó envuelto en intervenciones, abrazos y cánticos que nuclearon a jóvenes, adultas e infancias de todas las clases sociales y sectores en un solo grito: “Decimos NI UN PASO ATRÁS. A Milei no le tenemos miedo”.
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