En el Tedeum de La Plata, el arzobispo aseguró que "nos convencimos de que necesitamos que el Estado intervenga para cuidar a los más débiles"
Fue en el marco de la celebración de los 210 años de la Revolución de Mayo. En un guiño a la actual administración, el Arzobispo platense rescató el rol del Estado. Y advirtió que, pasada la crisis sanitaria, "la peor reacción sería la de caer aún más en una fiebre consumista".
El Arzobispo de La Plata Víctor Manuel Fernández presidió un atípico Tedeum, en la Iglesia Catedral, en el marco del 210° aniversario de la Revolución de Mayo, en el que señaló en su homilía quye "en medio de esta pandemia a todos nos hace falta un aprendizaje humano".
"Tenemos que reconocer que el mundo estaba avanzando ansioso y sin rumbo. Por ejemplo, iba hacia una economía que, utilizando los avances tecnológicos, procuraba reducir los ‘costos humanos'. Ya estábamos hablando de robots que iban a reemplazar los costos laborales", sostuvo el Arzobispo, quien se preguntó en voz alta: "¿Qué quedaba entonces de la idea del trabajo que dignifica a las personas?".
De la ceremonia ecuménica solo participó el intendente capitalino, Julio Garro; la presidenta del HCD local, Ileana Cid; el secretario de Gobierno municipal, Marcelo Leguizamón; el Jefe de Gabinete bonaerense, Carlos Blanco; la Ministra de Comunicaciones, Jésica Rey y el Ministro de Justicia y Derechos Humanos, Julio Alak.
Asimismo, Fernández añadió que "el golpe duro e inesperado de esta pandemia fuera de control nos obligó a mirar la realidad cara a cara. Pero sobre todo nos movió a volver a pensar en los seres humanos, en todos, más que en el beneficio de algunos. También nos convencimos de que necesitamos que el Estado intervenga para cuidar a los más débiles".
Respecto al actual contexto que atraviesa el mundo, el arzobispo señaló que "el dolor, la incertidumbre y la conciencia de los propios límites que despertó la pandemia, hace resonar el llamado a repensar nuestros estilos de vida, nuestras relaciones, la organización de nuestras sociedades y sobre todo el sentido de nuestra existencia", al tiempo que advirtió que, pasada la crisis sanitaria, "la peor reacción sería la de caer aún más en una fiebre consumista".
"Ojalá que al final ya no estén ‘los otros’, sino sólo un ‘nosotros’. Ojalá que demos un salto hacia una forma nueva de vida y descubramos definitivamente que nos debemos los unos a los otros, para que la humanidad renazca con todos los rostros, todas las manos y todas las voces", deseó.
En tanto, resaltó que "en nuestro país y en nuestra ciudad hay algo positivo", y es que "nos hemos cuidado a nosotros mismos y unos a otros, siguiendo las indicaciones sanitarias. Esto es lo importante: sentir que nos cuidamos entre nosotros, no porque hay una orden del gobierno, sino porque sabemos que es lo que corresponde".
Respecto al cuidado, el arzobispo expresó que "nadie quiere ver ancianos muriendo sin respiradores o médicos sobrepasados. Y seguimos cuidándonos porque ninguno de nosotros querrá tener un ser querido enfermo en medio de un sistema de salud saturado. Además, sabemos que aunque acabe la cuarentena hay hábitos de higiene y de distanciamiento que tendremos que mantener por bastante tiempo".
Y agregó: "En medio de esta pandemia a todos nos hace falta un aprendizaje humano. No se trata sólo de resolver urgencias sino de aprender algo nuevo que nos sirva para después. Que los altísimos costos que tiene que soportar una pandemia como esta no nos dejen sin aprender nada para el futuro. No desperdiciemos esta ocasión para ser mejores como personas y como sociedad. Sobre todo nos hace falta recuperar y fortalecer el sentido social, en contra de la tendencia de este mundo al individualismo consumista".
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