Murió Pablo Novak, el último habitante de Epecuén: Su legado histórico y la emotiva despedida del intendente Andres
Falleció a los 93 años. Se convirtió en una figura emblemática al ser el último residente de la localidad que quedó sumergida bajo las aguas en 1985 debido a una inundación. Papá de 10 hijos, siempre mantuvo su estilo de vida sin electricidad. En 2020 había sido nombrado Embajador Cultural y Turístico de Adolfo Alsina.
En un día marcado por la melancolía, este lunes se dio a conocer la partida de Pablo Novak, el último habitante de Epecuén, quien falleció a la edad de 93 años. Javier Andrés, jefe comunal de Adolfo Alsina, fue el encargado de anunciar la triste noticia, recordando a Novak como el sonriente custodio y embajador cultural de un pueblo que emergió de las aguas para convertirse en un ícono de la historia de la provincia de Buenos Aires y del país.
Novak se convirtió en una figura emblemática al ser el último residente de Epecuén, la localidad que quedó sumergida bajo las aguas en 1985 debido a una inundación. Durante décadas, Pablo fue el guardián de un legado mítico que atrajo la atención de cineastas, documentalistas y turistas de todo el país. Incluso el reconocido músico argentino, el Indio Solari, eligió Epecuén como escenario para un espectáculo en 2021, durante la pandemia.
En enero de 2020, en reconocimiento a su papel fundamental en la preservación de la historia de Epecuén, Novak fue nombrado Embajador Cultural y Turístico del distrito. Su dedicación y entusiasmo por compartir las experiencias del pueblo sumergido lo convirtieron en un referente inigualable en la región.
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Javier Andrés, visiblemente conmovido, expresó sus recuerdos en una emotiva publicación en Facebook: "Hoy es un día para decir adiós, aunque no sé si a las leyendas se las despide. Don Pablo Novak, así: sonriente, entusiasta, siempre dispuesto a largas charlas y relatos de anécdotas quiero recordarte."
Novak dejó un legado familiar impresionante, compuesto por diez hijos, veinticinco nietos y nueve bisnietos. Su vida estuvo marcada por la soledad y la resistencia, ya que durante 33 años vivió solo en diferentes estancias, desplazándose con sus cabras y vacunos por los terrenos áridos cercanos a las ruinas de Epecuén.
En 1985, la crecida de las aguas lo obligó a abandonar su pequeño campo, y desde entonces, estableció su residencia en una vivienda semiabandonada que quedó a salvo del lago. Mantuvo su estilo de vida sin electricidad hasta hace un año y se negaba a poseer un televisor, afirmando que él pertenecía a la era de la radio.
Con la partida de Pablo Novak, se cierra un capítulo importante de la historia de Epecuén, pero su legado perdurará en las memorias de quienes lo conocieron y en la preservación de la rica historia que él representaba.
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