Omar Moreno Palacios (1938-2021): Se fue un referente del folklore bonaerense
Puso letra y voz a la música surera bonaerense, reflejo de paisajes y costumbres del gaucho y el campo. "Sencillito y de alpargatas", es su canción icónica, y está a la altura de otros intérpretes del género como Argentino Luna y José Larralde. Una entrevista al cantautor de 2013.
Omar Moreno Palacios, máximo referente de la canción folclórica surera, murió a los 82 años tras permanecer varios meses internados por encefalitis. Creó clásicos del género como "Sencillito y de alpargatas", y es referente de este estilo junto a José Larralde y Argentino Luna, entre otros.
Nacido en Chascomús el 5 de septiembre de 1938, vestía de gaucho a todo momento tanto para sus espectáculos como en el día a día. Hijo de Pedro Ponciano Moreno y Julia Josefa Palacios. “Yo vengo de familia de gauchos – remarcaba – tanto por los Palacios, como por los Moreno. Yo no veía otra gente que no estuviese vestida de gaucho. Yo ya nací así".
"A los 8 años me subí por primera vez a un escenario”, indicó. Su debut fue el 10 de noviembre de 1946 en el Teatro Manuel J. Cobo de Ledesma de la mano de Mario Pardo, su maestro. Luego se radicó en Uruguay, tierra natal de sus abuelos, donde participó en Radio Carve, en donde se codeó con figuras como Sabina Olmos y Charlo, y en Radio El Espectador, en donde trabajaba como locutor un joven Alfredo Zitarrosa.
En la década del `60 regresó a la Argentina e inició una notable carrera con actuaciones en los principales escenarios del país, junto a figuras como Los Chalchaleros, Los Hermanos Ábalos, Raúl Barboza y Julia Elena Dávalos, entre otras.
En ese contexto, comenzaron a sonar sus obras más reconocidas entre las que destacan "La paloma indiana", "Huella sin huella", "Provincia de Buenos Aires", "Te dije la verdad", "Trovador surero" y "Buen rumbo", entre tantas.
El artista también difundió música tradicional en diversos ciclos radiales y, en la década del `90, comenzó a participar con asiduidad de distintos festivales europeos.
Entrevista en 2013 (Walter Albarracín)
Moreno Palacios vive en Temperley, en una casa de doble piso con unos cuantos perros y un jardín grande. El barrio es de casas bajas, con calles que suben y bajan. Este músico, compositor, poeta y bohemio (aunque sea una característica más de los tangueros) lleva una vestimenta que contrasta con la de alguien que vive en la ciudad: boina roja, camisa a cuadros, bombacha de gaucho y alpargatas bordadas, como en su canción más famosa “Sencillito y de alpargatas”.
- Quiere decir… ¿cómo se dice ahora? De bajo perfil – afirma. No hay vueltas. Tal vez se vio al espejo y escribió una canción sobre él.
Sube al segundo piso. Hay varios dormitorios, ocupados por sus nietos que ahora juegan en el jardín. Entra al suyo y se sienta en una silla que rechina. Frente a él, su escritorio. A su lado una heladera, detrás su cama. Y alrededor, libros, muchos libros que llegan hasta el techo. También elepés, discos compactos y algunos reconocimientos por visitas al extranjero. Una valija entreabierta con ropa dentro, de su último viaje por Entre Ríos, interrumpe el paso en la habitación.
- Acá estoy horas. Tengo el baño cerca, bajo, como algo. Para no perder el tiempo me traje la heladera- explica.
Su música es la música de la provincia de Buenos Aires. Triunfos, cifras y estilos. “Esta es la provincia que más ritmos tiene. Me puedo grabar dos compactos de doce temas cada uno con diferentes medidas y ritmos”, explica. La música de “la panzona”, tal como describe a la provincia por su geografía, es característica también de la región pampeana. “Si hubiese que elegir un ritmo nacional (no sé si estará elegido ya) tiene que ser la milonga porque se cantó y se canta todavía a lo largo y a lo ancho”, opina.
- Empezó desde muy pequeño en el canto…
A los 8 años me subí por primera vez a un escenario. A los 7 años no tenía ninguna duda de qué era lo que iba a ser, no me tuve que hacer un test vocacional. Y con unos cuántos de a diez, estos almanaques me llevan cómo ñandú contra el cerco, no he cambiado nada. No obstante, guitarrísticamente hablando, soy el más moderno.
- ¿Por qué cree que se perdieron las raíces?
Estamos enseñando mal, cosa que me preocupa muchísimo. Se ha emparejado todo para abajo. El campo ha cambiado pero adentro el gaucho está. Yo conozco muchachos re camperos, que ni ellos saben que son gauchos de este tiempo. Tengo un amigo que llevó la televisión al campo y no se perdió ni un capítulo de “Ricos y famosos”. Pero, ¿ya no sabía más de gauchos? ¿No sabía enlazar? ¡No!, nada que ver. Si hasta los nombres han cambiado. Ahora es muy probable que de algún rancho salga un Braian.
La música surera “no es lo popular”, afirma. A los festivales va “muy poco” y generalmente hace recitales solo. “La gente que va, los cincuenta o los cien, lo hacen para escuchar eso, no van para ver de qué se trata”, apunta. Entre los intérpretes de música surera se destacan Atahualpa Yupanqui, Jorge Cafrune, Víctor Velázquez, José Larralde y Argentino Luna, con quien tiene un trabajo realizado. Sus letras tratan de los paisajes de la región, de las costumbres, de anécdotas, algunas verídicas otras inventadas. Se canta en soledad (tradicionalmente, aunque ahora muy pocos cumplan con este requisito) acompañado de una guitarra.
"En nuestra provincia hay que sentarse y escuchar. Acá no hay palmas, ni ‘aro aro’. O sea, hay que vivir al surero. Yo tengo escrito un ‘Manifiesto surero’ con 21 puntos de cómo tiene que ser un cantor surero para mí. No sos surero por cantar una milonga, una cifra o un estilo. ¡No!, hay que vivir el surero todos los días”, explica y señala que en cualquier aeropuerto del mundo lo van a ver como gaucho. “Acá está la pilcha que tengo, no hay trajes: botas, alpargatas bordadas y boina; eso es lo que uso”, señala.
Es un analista sabio de la “música nativa” (es como quiere que se la llame a la música folklórica) y crítico de las nuevas generaciones, pero hace salvedades. “Hay gente muy buena. Pero, ¿qué ocurre? Los muy buenos, a los festivales los miran por televisión; y los mediocres, están arriba del escenario. Eso… me supera”, lamenta.
En un momento se levanta y animado muestra un Martín Fierro compuesto de cuatro CD ’s y un DVD. Con motivo del Bicentenario lo convocaron de Cancillería para grabarlos y es uno de los regalos que se otorgan a los visitantes oficiales del exterior. “Lo grabé en doce días. Es más, cuando lo hice tenía cáncer. Lo demoré para hacer el Martín Fierro”, revela.
Vuelve a levantarse, ahora para dirigirse a la heladera y saca unos frasquitos que contienen veneno de yarará y cascabel. Se los recetó “un veterinario”. “En cinco meses, no tenía más cáncer”, afirma y agrega que hubo un año que subió con esa enfermedad al escenario del Festival de Cosquín. Les dijo: “‘Ya se demoraron cuarenta años, no se demoren más’. A partir de eso voy todos los años”. Desde 2010 sus participaciones no han faltado.
- Usted estuvo en Dinamarca, ¿cómo fue que lo convocaron?
Me convocó uno de los que iba. Fue muy lindo. Un chico cantando una ranchera en español… fue emocionante. Allá no conocían nada, un poco de (Astor) Piazzolla y nada más.
Todos los que fueron son músicos de escuela, yo no. Esos alumnos son pagos para estudiar. Me piden las fotocopias de las partituras y a la que me hacía la traducción, le dije: ‘Decile que fotocopias le hagan a los pájaros que nunca fueron a un conservatorio y son los que más saben de música.’ Y les causó gracia.
- ¿Considera que le queda algo por hacer?
Sí, todo lo mejor está en el tintero. Todo lo mejor está acá, en este lapicito, y tiene que salir de acá (se señala la cabeza). Todavía no ha salido y no saldrá tal vez.
- En Radio Nacional, Facundo Picone se ganó un premio que lleva su nombre, ¿cómo fue eso?
Se habló en la radio que sería bueno entregar a los sureros un premio que se llamase “Omar Moreno Palacios”. Ahora en Mar del Plata va a salir un premio que se llame también “Omar Moreno Palacios”.
- ¿Y qué significa para usted que un premio lleve su nombre?
Y… supongo que debe ser lindo, ¿no? Me llamaron para ser jurado, entonces yo les dije: “El de la provincia de Buenos Aires que no le cante a la provincia de Buenos Aires, no cuenta con mi voto”. Y no fui jurado. Si me toca a un mediocre entregarle un premio, no se lo voy a entregar. Así que no fui ni jurado, ni entregador de premio. Además, no quiero salir en la foto. Me dicen: “Pancho, tenés que mostrarte más”. No lo hice antes, no lo voy a hacer ahora.
- Pensé que eso de “no salir en la foto” tenía que ver con que no le grababan los discos. Las discográficas se resistían mucho a su música.
Eso fue al principio. Yo estuve yirando 13 años antes de ir a grabar. Yo empecé en el año ‘56 y grabé en el ‘69. Antes no era fácil, para que te difundiera Radio Nacional tenías que ser bueno. Hoy no. Alguna vez aprenderán.
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