Los legisladores bonaerenses de Grabois no votarán a favor del acuerdo con el FMI
El Frente Patria Grande adelantó que no votará positivamente el acuerdo que propone el oficialismo en el Congreso. "Vamos a pagar una estafa sin obtener concesiones significativas de los estafadores", cuestionaron desde el espacio político que forma parte de la coalición gobernante. "No obtuvimos ni quita de capital ni de intereses como habíamos planteado", revelaron. Son cinco legisladores, tres bonaerenses y dos por la Ciudad.
El Frente Patria Grande que encabeza Juan Grabois votará negativamente el acuerdo con el FMI que propone el oficialismo y se discutirá en el Congreso. Son tres diputados bonaerensese y dos por la Ciudad de Buenos Aires
“Decidimos no acompañar este acuerdo en el Congreso, ninguno de nuestros diputados va a votar a favor de este proyecto”, aseguró el líder del Frente Patria Grande y del Movimiento de Trabajadores Excluidos en una conferencia de prensa que compartió con los diputados Federico Fagioli, Natalia Zaracho e Itai Hagman
Los diputados nacionales por la Provincia que responden al Frente Patria Grande son: Federico Fagioli, Natalia Zaracho y Lucia Klug. En tanto, los legisladores que respresentan a la Ciudad, Itai Hagman y Ofelia Fernandez, tomaran la misma decisión.
“Al presidente Alberto, Fernández quiero decirle respetuosa y fraternalmente que cuente con nosotros para mantener la unidad y la diversidad ante una oposición destructiva. Pero no cuente con nosotros para apoyar medidas que rechazamos desde el día uno”, completó.
El documento completo leído por Grabois:
Hoy junto a mis compañeros y compañeras diputados y dirigentes de todo el país, quería transmitir nuestra posición, con mis palabras que espero sinteticen lo que pensamos y sentimos muchos.
Para los que no saben, el Frente Patria Grande es una organización que fundamos en 2018 militantes relativamente jóvenes y lejanos a la política tradicional cuando el macrismo aceleraba sus políticas de exclusión y arreciaba en toda América Latina la ofensiva contra procesos políticos populares.
Con todos sus errores, el ciclo político regional surgido en los albores del Siglo XXI rompió con el paradigma neoliberal y enterró el Consenso de Washington permitiendo avances sociales y económicos indiscutibles. Como represalia por los aciertos, estos procesos y sus líderes fueron demonizados y perseguidos. El legado de Chávez fue pisoteado, Lula pagó con la cárcel luchar contra el hambre, Correa traicionado tuvo que partir al exilio en Bruselas, Evo sufrió un golpe militar asesino y racista, Cristina fue hostigada brutalmente por la mafia judicial.
Nosotros, nosotras, no participamos de los gobiernos kirchneristas. Mantuvimos una perspectiva crítica sobre ciertas políticas, visiones y privilegios. Pero en 2018 definimos que era esencial enfrentar esta ofensiva de la extrema derecha y los intereses del capital financiero. Decidimos cargar una mochila pesada, con todos sus estigmas, en el peor momento, cuando el panorama era más sombrío, cuando el oportunismo indicaba hacer otra cosa, cuando Comodoro Py parecía decidido a eliminar cualquier vestigio de Estado de Derecho para destruir a Cristina Kirchner, cuando reivindicar cualquiera de sus políticas era ponerse en la mira de los grandes medios y ser automáticamente denigrado y tildado de corrupto.
Pero la tarea que imponía el momento histórico era clara: derrotar a Macri. Eso requería una coalición amplísima y la piedra angular de esa hazaña era necesariamente Cristina por encarnar a la principal fuerza de oposición a las políticas neoliberales. Defenderla era la llave para dejar atrás aquel nefasto gobierno. Finalmente, en 2019, con el esfuerzo de todos, construimos la coalición más amplia de la historia política argentina: desde Pino Solanas hasta Sergio Massa.
Derrotar a Macri era condición necesaria pero no suficiente para recuperar una Argentina digna. Por eso, nosotros nos planteamos otra tarea: “impulsar reformas sociales, económicas y políticas estructurales que permitan superar la situación de dependencia de nuestro país, promoviendo el desarrollo de las fuerzas productivas y la creatividad nacional en un contexto de integración latinoamericana y justicia social”.
Nos propusimos impulsar una agenda de diez puntos. El primero de ellos, no casualmente, consistía en la anulación del acuerdo ilegítimo entre el Gobierno de Mauricio Macri y el Fondo Monetario Internacional; es que las deudas ilegítimas han signado la triste actualidad de nuestro país, desde sus primeros años de existencia.
Hace 200 años, el gobierno firmaba el primer empréstito con la casa financiera Baring Brothers entregando como garantía hipotecaria las tierras públicas. Se robaron la plata, se repartieron las tierras, definieron que la Argentina sería proveedora de materias primas para las factorías del mundo desarrollado. Así se conformó la élite económica de nuestro país.
La tragedia de los ciclos de endeudamiento y fuga de capitales así iniciados fue el pacto tácito entre las potencias coloniales y la elite local que la revolución del 17 de octubre de 1945 cortó y sólo pudo ser plenamente restaurada con la brutal dictadura iniciada en 1976.
El FMI es la herramienta indispensable para la reproducción permanente de este plan de opresión. El General Perón lo vislumbró desde el principio. Lo explicó claramente al pueblo, rechazó incorporarnos al Fondo Monetario Internacional. El Movimiento Nacional siempre luchó contra esa banda de saqueadores. Por eso el peronismo sigue siendo el hecho maldito para las élites y una abominación para las potencias.
La historia se repite calcada desde entonces: un puñado de millonarios taimados se hacen del Estado, toman deuda que siempre fugan, hipotecan un pedazo de soberanía, se enriquecen aún más y cuando la sociedad se harta, se van con sus cuentas bancarias llenas… dejando un pueblo empobrecido y un país endeudado. Onganía, Videla, Martinez de Hoz, Menem, De la Rua, Cavallo, Macri, Dujovne… los nombres cambian, pero el apellido es siempre el mismo: Fondo Monetario Internacional.
Pero vamos más cerca en la historia; la historia que nosotros vivimos. Porque el endeudamiento también signó nuestras biografías personales y experiencias generacionales.
Aquí reunimos dos generaciones. Los millennials o dosmiluners. Los que empezamos a militar luchando contra el Fondo en la calle y contra el hambre en las ollas populares. Recordémoslo. Blindaje, megacanje, fuga, corralito, colapso y miseria absoluta. Nati tuvo que sufrir en carne propia cartoneando desde los 13 años, Fede terminó viviendo en un asentamiento precario… a muchos militantes nos tocó estar en la Plaza durante el Estado de Sitio aquel 20 de diciembre. Itai y yo teníamos 18 años. En lo personal, fue esa tarde, detenido a disposición del poder ejecutivo nacional en una comisaría de Liniers, cuando decidí unir mi destino al de las víctimas de aquel modelo de exclusión.
Acá hay otra generación, los centennials, que pasó su niñez sin escuchar esa maldita sigla más que en algún documental, porque a partir del año 2006 el Fondo no estaba más en la Argentina. Ofelia tenía 5 años, Lucía tenía 9; conocieron al Fondo recién cuando Macri lo volvió a traer.
Era junio de 2018. Otra vez nos cargábamos una deuda odiosa. Esta vez de 45 mil millones de dólares. Nosotros lo impugnamos desde el día 1 y vamos a ser consecuentes con esa posición.
Esa misma semana, junto al actual gobernador Kicillof enviamos una carta a la señora Lagarde. Esa carta fue impulsada por los principales dirigentes que hoy conforman el Frente de Todos. Búsquenla. Ahí describimos claramente lo que iba a suceder: fuga de capitales y catástrofe social. La carta finalizaba así: “no tenemos otro camino que repudiar este Acuerdo ya firmado y considerar a la nueva deuda contraída bajo sus condiciones como odiosa o execrable”.
Cuando asumió el gobierno por el que tanto luchamos, el equipo económico definió otro camino. Vimos con preocupación el error estratégico que se estaba cometiendo. Lo planteamos puertas adentro y puertas afuera. Otra vez la trampa de “los buenos modales” y la amnesia histórica. No se impugnó el incumplimiento manifiesto del propio estatuto del Fondo ni se denunció formalmente la estafa. Empezamos perdiendo porque aceptamos negociar dentro de las “reglas” que el propio FMI impone pero viola.
Reincidimos en una lógica colonial: quejarnos de la traición interna pero no enfrentar la agresión externa. Parafraseando a Jaureche… Denunciamos al criollo que nos vendió pero no al gringo que lo compró, o para ponerlo en los términos del Washington Post, denunciamos al narco local pero no al cártel transnacional.
El acuerdo al que llegó el poder ejecutivo es consecuencia del mencionado error estratégico y el error estratégico deriva de una concepción tecnocrática, despolitizada y ahistórica sobre el Fondo. El Fondo no es un organismo multilateral neutral, sino una herramienta para la hegemonía geopolítica y financiera.
Si no tomamos en cuenta el error inicial, si hacemos una lectura ligera del proyecto de ley, podríamos ver un resultado razonable, mejor al obtenido por otros países. Nosotros lo vemos de un modo completamente distinto. Vamos a pagar una estafa sin obtener concesiones significativas de los estafadores. No obtuvimos ni quita de capital ni de intereses como habíamos planteado muchos integrantes de la coalición sin que estas demandas se pusieran sobre la mesa de negociación. Tampoco se obtuvo lo que sí planteó el equipo negociador: la extensión de plazos, y la eliminación de sobretasas.
No podemos naturalizar que se festeje como si fuera un orgullo que los gobiernos populares paguen las deudas de los neoliberales. Menos en este caso donde pagar no implica mayor autonomía sino continuar con la dependencia. Porque es el pueblo, no el Gobierno, el que termina pagando esa fortuna sideral que se llevaron los grupos financieros sin dejar una sola obra a favor del país. Esto lo reconoció el propio Macri: la plata del Fondo era para los bancos. No nos olvidemos: en esa época, los dólares que ingresaban al Banco Central literalmente se remataban entre grupos económicos.
Con este acuerdo, la Argentina tampoco sale de la zona de vulnerabilidad financiera. Seguimos teniendo la famosa espada de Damocles sobre la cabeza. De eso se tratan las revisiones trimestrales que nos impusieron. En una economía global altamente convulsionada, con metas tan estrictas, al FMI no le van a faltar excusas para enviarnos al default. Es una pistola sobre las sienes de la Argentina. No van a dudar en apretar el gatillo cuando les convenga. Valga recordar que Damocles tenía esa espada por sus tratos con un tirano. El FMI es un tirano que se impone a la fuerza.
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