Pacagnini: "El 70% de los que trabajan en hospitales bonaerenses tienen otro trabajo porque los salarios son de miseria"
El diputado bonaerense y dirigente de CICOP advirtió por la precarización laboral en el sistema de salud provincial y el aumento del "poli-empleo" entre su personal. También analizó la crisis política en la Legislatura, cuestionó la gestión de Axel Kicillof, alertó sobre el impacto del ajuste de Javier Milei y llamó a fortalecer a la Izquierda.
Guillermo Pacagnini combina en su historia la medicina, el sindicalismo y la militancia política. Médico especialista en riñón, egresado de la Universidad de Buenos Aires, trabajó durante décadas en el Hospital Interzonal Eva Perón, donde también fue jefe de servicio y presidente de la Asociación de Profesionales. Desde muy joven militó en la izquierda, enfrentó la represión de la Triple A en los años '70 y fue uno de los fundadores de CICOP y de la Federación Sindical Nacional del sector salud. Hoy, como diputado bonaerense por el MST-FIT Unidad, sigue activo en la defensa de los derechos de los trabajadores y en el debate político.
En esta entrevista con LANOTICIA1.COM, Pacagnini analiza la actualidad en la Legislatura provincial, la situación crítica de la salud pública bonaerense y el impacto de las políticas de ajuste en la vida cotidiana. Además, comparte su mirada sobre la gestión de Axel Kicillof, el avance de la crisis social y los desafíos que enfrenta la Izquierda de cara a las próximas elecciones. Una charla que recorre temas de fondo en un momento clave para la provincia y el país.
Para comenzar, hablemos de la Legislatura. ¿Qué opinión te merece la postergación del tratamiento para suspender las PASO? ¿Creés que la interna de Unión por la Patria está afectando el funcionamiento parlamentario?
Es un escándalo que refleja la profunda crisis del PJ y que no va a derivar en nada nuevo esta interna caníbal. Hace meses que hay fuego cruzado, chicanas, maniobras: primero por si las elecciones eran separadas o concurrentes, después si había o no PASO, ahora por los plazos. Pero la verdad es que todo gira en torno a los espacios de poder, una rosca tremenda entre Kicillof, Cristina, Massa y los intendentes. Más que afectar el funcionamiento de la Legislatura —donde, por otro lado, se viene pateando el tratamiento de más de 100 proyectos por este sainete—, afecta al pueblo, porque siguen los graves problemas sociales sin resolverse y que ni siquiera están en el temario de esta rosca. Tampoco está en discusión cómo democratizar en serio el sistema político, en momentos en que se vienen recortando las libertades democráticas y hay una agenda muy reaccionaria desde el gobierno de Milei.
Como médico y dirigente de CICOP, ¿cuál es tu diagnóstico sobre el estado actual de la salud pública en la Provincia? ¿Qué pensás de los proyectos que proponen crear empresas públicas de Emergencias y de Medicamentos Bonaerenses?
Mirá, los tres principales y graves problemas estructurales de la salud no se han abordado siquiera y, lejos de resolverse, se van agravando. El desfinanciamiento, el primero: no salimos de la pauta del 6% de partida para salud en la torta presupuestaria general desde hace más de dos décadas, y se mantiene ese aporte paupérrimo. Ninguno de los que gobernaron lo subió. Este año ni siquiera hay presupuesto: se lo llevó puesto la interna del PJ y sus transas con la oposición.
El segundo problema es la fragmentación. No se avanzó nada. Sigue la fragmentación horizontal, al interior del sector público, entre lo que es de dependencia provincial, municipal y nacional en el ámbito bonaerense. Y menos aún en la fragmentación vertical, con el sector privado y de la seguridad social (que están entrelazados) y que avanza sobre el público, se lleva la plata (incluso se lo subsidia), pero el grueso de la gente se atiende en el público. El gobierno de Kicillof hace discurso progre de integración, pero no se ha dado ni un paso concreto. Nosotros insistimos con la necesidad de un sistema único, estatal, universal y gratuito.
Y el tercer problema es el del equipo de salud: salarios magros, devaluados, y condiciones laborales de alto desgaste.
Respecto de las “empresas públicas”, deberían empezar por la fabricación estatal de medicamentos, en serio, aumentándola y ampliándola. Hay capacidad instalada ociosa. Como planteamos en Diputados cuando se trató el tema (sin debate con las organizaciones de salud y de pacientes, por cierto), estas empresas mixtas no son salida, porque terminan naufragando en el mar de las leyes del mercado, “compitiendo” con las corporaciones farmacéuticas multinacionales. Hay que declarar de utilidad pública el medicamento y, a partir de ahí, meter mano en el sector privado. No hay otra forma de que el medicamento sea un bien social.
El aumento desmedido de las prepagas provocó que muchos usuarios migraran al sistema público. ¿Esto ya se está notando en los hospitales bonaerenses? ¿De qué manera repercute en el trabajo cotidiano del personal de salud?
Hay sobredemanda, por eso y por la recesión. Se nota en el aumento de la atención en las emergencias, en las guardias. A eso se le suma la crisis social, que hace que llegue más cantidad de pacientes y en condiciones más deterioradas, con patologías más graves.
Es una presión tremenda en las condiciones laborales, por falta de personal y por los bajos salarios. Se suma el poliempleo: el 70% del personal tiene más de dos trabajos. La resultante es un aumento del desgaste prematuro y del estrés crónico. El equipo de salud, en promedio, se enferma más y tiene mayor mortalidad que el resto de la población.
¿Cuánto cobra hoy un profesional de la salud que recién ingresa a un hospital bonaerense? ¿Ese salario alcanza para vivir? ¿Cómo describirías las condiciones laborales actuales, especialmente en relación a la seguridad y la creciente crisis social?
Nuestro salario se viene devaluando, por la presión inflacionaria real y de arrastre, porque nunca recuperamos lo perdido, porque no hay cláusula automática de actualización y, encima, algunos de los profesionales más antiguos caen bajo el yugo del impuesto al salario. Durante un tiempo tuvimos paritarias cortas, con aumentos muy chicos; ahora, ni eso.
El salario de referencia para un ingresante debería ser el mínimo que fijan los trabajadores de ATE/INDEC, que está en $1.768.976 (al 31/3). Un ingresante de planta ahora cobra alrededor de $950.000, y con 20 años de antigüedad unos $1.300.000. Mirá la brecha. Una vergüenza. Está claro que no alcanza.
El tema de la seguridad tiene que ver con la crisis social. Habíamos conseguido un protocolo hace años, luego de una lucha importante —un logro de nuestro sindicato—, pero no se cumple, y la mayor crisis social expone aún más al equipo de salud.
Si le sumás el deterioro infraestructural del sistema, es un cóctel explosivo.
¿Cómo evaluás la gestión de Axel Kicillof en la Provincia? ¿Cuáles considerás que son hoy los principales problemas estructurales de Buenos Aires?
Kicillof refleja la situación del PJ. No puede presentarse como algo nuevo, aunque adopte un discurso más progre, cuando el peronismo gobierna esta provincia desde hace 40 años, salvo los interregnos radicales al principio y el de Vidal (negro recuerdo) después. Es parte de eso. De hecho, se presenta en disputa por esa vieja estructura ahora, en esta pelea con La Cámpora y CFK.
Después de esas gestiones tenemos una provincia rica —por subsuelo, por tierras, por polos industriales, etc.—, la economía regional más grande del país, con un pueblo empobrecido y un Estado eternamente quebrado, que no responde como corresponde en los servicios básicos.
El desempleo, la pobreza, la inseguridad... por ahí arrancan los problemas estructurales, que tienen un denominador común en su solución: dar vuelta la tortilla. Que la crisis la paguen los ricos de la provincia.
Plata hay. Se va para arriba y para afuera. Nunca derrama para abajo. Una reforma tributaria progresiva y cortar de cuajo con la hipoteca de la deuda pública, externa y fraudulenta provincial, son las llaves para salir. Kicillof no va para ese rumbo.

A nivel nacional, cómo analizás el rumbo que está tomando el país bajo el gobierno de Javier Milei? ¿Qué impacto están teniendo las medidas de ajuste en la vida cotidiana y en el sistema de salud?
Milei es un liberfacho que pretende resetear toda la estructura económico-social en clave capitalista y con un curso muy reaccionario. Está en sintonía con las expresiones de ultraderecha que emergen en varios países del mundo, con Trump como mayor exponente desde los EE.UU., empujando un nuevo orden (o desorden) global para capear la crisis sistémica del capitalismo.
La sociedad está polarizada. Hay una batalla cultural e ideológica que dar, pero el polo opositor crece. Se nota en el humor colectivo y, de a poco —pese al palo en la rueda de la vieja dirigencia sindical—, en las calles. Hubo algunas grandes demostraciones: el 1F, el 24 de marzo. Hay una reserva democrática y de defensa de los derechos que este tipo pretende arrasar.
Por eso se necesita la mayor unidad de acción para movilizar y pararle la mano. Pero también construir una nueva alternativa desde la izquierda, distinta, para no caer otra vez en las opciones de "la sartén o el fuego": lo que nos gobernó y llevó al hartazgo es lo que termina justificando a Milei.
En salud, Milei pretende desentenderse completamente y retomar la agenda del Banco Mundial y las corporaciones privadas, para avanzar en la privatización del sistema. Por eso liquida programas focales —que eran parches, pero al menos estaban dirigidos a los más vulnerables—, despide trabajadores y busca desmantelar lo poco que le queda al Estado nacional, lo que no fue transferido antes a las provincias y municipios (Bonaparte, Posadas, Garrahan, y la propia estructura del Ministerio de Salud de la Nación). Hay resistencia a esto y hay que profundizarla.
Por último, ¿Cómo ves a la izquierda de cara a las próximas elecciones legislativas? ¿Creés que hay condiciones para ampliar la representación del FITU?
La izquierda hace tiempo que es una realidad y gana espacio. Pero no alcanza. Desde el MST, mi partido, entendemos que el Frente de Izquierda Unidad debe ampliarse y avanzar hacia un movimiento que de verdad se postule como alternativa a las derechas y también al viejo PJ, que puede reciclarse en una o más coaliciones, pero no ofrece una salida diferente.
Se ve en las provincias que gobiernan y se vio en sus fracasos cuando estuvieron al frente del gobierno nacional. Alberto sembró el camino de desencanto y malaria económica que terminó dando lugar a un Milei.
Por eso necesitamos una tercera opción, de cambio real. La izquierda tiene el programa. Necesitamos ampliar y fortalecer la herramienta.
Creo que vamos a lograr más representación parlamentaria. Pero estamos para mucho más. Es una posibilidad, pero también una necesidad.
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