Quedó sin trabajo, un incendio destruyó su casa y viven dentro de una caja: "Lloro cuando mis hijos no pueden comer"
Fabián es vecino de General Rodríguez y enfrenta una situación límite. En cuestión de días cerró la fábrica donde trabajaba y perdió su hogar como consecuencia de un voraz incendio. Ahora cartonea de sol a sol para llevar alimentos a su mujer y sus tres hijos, que viven dentro de la caja de un camión. Un caso dramático en una nueva entrega de HISTORIAS EN LN1.
En el municipio bonaerense de General Rodríguez, la historia de Mauricio Fabián Brastche, de 37 años, es un ejemplo conmovedor de resiliencia ante la adversidad. Padre de tres hijos —una nena de 14 años, otra de 13 y un pequeño de 7—, Fabián vio en cuestión de semanas cómo su vida se desmoronó tras perder su trabajo en una metalúrgica de la zona. "Estaba trabajando, pero la metalera cerró", lamenta con una mezcla de nostalgia y tristeza en sus palabras, mientras cuenta su dramático caso ante los micrófonos de LANOTICIA1.COM.
Tras quedarse sin empleo, Fabián acondicionó un viejo carro y comenzó a cartonear para poder llevar comida a su hogar. Sin embargo, cuando aún se recuperaba de ese duro golpe, una llamada devastadora cambió su vida nuevamente. Mientras su esposa buscaba alimentos en un comedor comunitario y sus hijos estaban en la escuela, una vecina le dio la peor noticia. "Me dijo que se había prendido fuego mi casa". Cuando el hombre llegó al lugar, ya no quedaban rastros del hogar que durante largos años le costó construir; "El fuego se llevó todo, no quedó nada", lamenta con la voz entrecortada recordando ese fatídico episodio.
Desde ese día, Fabián se vio obligado a comenzar de nuevo. "Fue muy triste porque nos costó mucho armar la casita", dice. Había vivido en esa casa durante 18 años y la destrucción fue un golpe devastador. "Primero pensé que me estaban haciendo una broma", recuerda, aún asombrado por la tragedia. Con el apoyo del municipio, que le proporcionó algunas chapas, improvisó un hogar en la caja de un camión que instaló en su pequeño lote del humilde barrio Parque Joly. "Esa es mi casa ahora", explica. Aunque las circunstancias son adversas, sus hijos siguen asistiendo a la escuela y suelen hacer la tarea bajo un árbol, mostrando una admirable capacidad de adaptación.
El hombre cuenta que su familia logró sobrevivir gracias a la solidaridad de sus vecinos, quienes les ayudaron a armar un refugio temporal con lonas. Sin embargo, el camino fue muy arduo. "Pasamos 15, 20 días ahí hasta poder armar esto", dice Fabián en referencia a la caja, añadiendo que el clima a menudo complicaba la situación: "Con la lluvia, todo se inundaba todo", señala. Pese a las condiciones de precariedad extrema, lo más desgarrador de la vida de este padre es la lucha diaria por llevar un plato de comida a la mesa de su hogar.
Cada mañana, Fabián sale a las seis con su carro, recorriendo largas distancias para juntar material reciclable. "Recojo cartón, chatarra, plástico, todo lo que pueda vender. Acá en Rodríguez pagan 40 pesos el kilo de cartón", explica. Al mediodía intenta regresar a casa con alimentos para su esposa e hijos; y si no consigue ninguna changa, vuelve a salir hasta la noche. Lo más impactante es que en muchas ocasiones, todo ese esfuerzo no garantiza recompensa y termina siendo en vano: “Suelo arrastrar el carro muchos kilómetros y a veces no consigo nada. Es muy frustrante. Esto es así. Vivo el día a día”, dice con resignación.
El desafío emocional que enfrenta es igual de grande. "Trato de no volverme loco pero cuando no logro traer nada y mis hijos no comen, no puedo evitar llorar", confiesa, mientras recuerda un momento desgarrador hace pocos días cuando su esposa le informó que no tenían nada para darle de comer a los chicos en todo el día. "Salí con el carro llorando y no sé cómo pero ese día encontré un pollo entero entre la basura. Fue una alegría terrible", recuerda, aliviado de poder llevar algo a la mesa.
El deseo de Fabián es claro: encontrar un trabajo estable que le permita ofrecer un futuro mejor a su familia. "Hoy, lo que hago son changas. Pero la realidad es que la gente tampoco tiene un mango. La situación es muy difícil", dice. En ese marco, no descarta ninguna oportunidad laboral. "No tengo problemas para trabajar duro. Sé hacer albañilería o hasta puedo descargar un camión. Siempre fui un tipo laburador. Desde chico, siendo doce hermanos, mi mamá nos enseñó a trabajar y a arreglárnosla solos", afirma con orgullo, mientras su hijo más pequeño le pide upa para poder salir en el video filmado por este portal.
A pesar de los momentos extremos, Brastche sostiene que nunca se le ocurriría delinquir. “Jamás se me pasó por la cabeza. Mientras tenga dos brazos y dos piernas, la seguiré peleando. Tengo una familia que me espera todos los días y es lo que le quiero enseñar a mis hijos”. Fabián cierra la nota con una frase que no deja de sorprender: "Siempre agradezco a Dios por un día más de vida y pido que no falte un plato de comida en la mesa. Hay muchas personas que están pasando por situaciones difíciles, incluso peores que la mía. A todos ellos les digo que no aflojen”.
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