Tiene 3 trabajos, es bombero voluntario y fue convocado para ayudar en el derrumbe de Villa Gesell: "Lo hago por amor"
Alejandro García es veterinario, docente, auditor y bombero voluntario en San Pedro. En la última semana dejó todas sus actividades, a su familia y viajó casi 600 kilómetros para ayudar en el rescate del hotel Dubrovnik. Forma parte del equipo USAR, especializado en búsquedas y salvamento urbano. Conmovido, cuenta cómo es trabajar entre escombros y habla de la vocación que lo empuja a seguir adelante.
Alejandro García es el protagonista de una de las tantas historias que se esconden detrás de la tragedia del derrumbe en Villa Gesell. Este vecino oriundo del municipio bonaerense de San Pedro, de 54 años , es un hombre que lleva consigo múltiples identidades. Con tres trabajos que lo mantienen en constante actividad, sabe ser docente, médico veterinario y auditor para el Ministerio de Desarrollo Agrario. Pero la tarea que le llena el alma la encuentra en su costado más solidario, cuando se desempeña como bombero voluntario.
Actualmente forma parte de un equipo de búsqueda y rescate urbano acreditado a nivel nacional. Con 15 años de experiencia en esta área, su compromiso con la ayuda humanitaria lo llevó a Villa Gesell, donde participó en las tareas de rescate tras el desastre en el Hotel Dubrovnik. De esta manera, recorrió casi 600 kilómetros para poder aportar toda su experiencia en busca de ayudar a dar con las personas que aún permanecen desaparecidas.
“Tengo una vida normal. Soy docente y médico veterinario, además trabajo como auditor para el Ministerio de Desarrollo Agrario. Pero, en el fondo, mi vida es ser bombero voluntario. Soy suboficial ayudante y, desde hace 15 años, formo parte de un equipo de rescate”, cuenta Alejandro a LANOTICIA1.COM.
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En los últimos días, junto con el equipo ARG11, Alejandro fue convocado para ayudar en el derrumbe de Villa Gesell. “Llegamos un martes, y trabajamos hasta el sábado. Desde el primer momento, sabíamos que teníamos que garantizar nuestra logística y estar preparados para todo”, explica. Los equipos de rescate, conocidos como USARES, están estandarizados a nivel internacional, y su labor requiere una planificación meticulosa. “Todo tiene un procedimiento. Antes de salir, tenemos que redactar un plan de acción, garantizar dónde vamos a dormir, qué vamos a comer. No es solo llegar y trabajar, es mucho más que eso”, detalla.
El panorama que encontraron al llegar al lugar fue devastador. “La realidad era dantesca”, describe García, recordando el caos que reinaba tras el colapso del edificio. “La probabilidad de supervivencia es baja en estas situaciones. Debemos trabajar con equipos específicos para levantar los escombros, un trabajo arduo que requiere de mucha coordinación”.
A pesar de la dureza del trabajo, Alejandro se mostró agradecido por la oportunidad de ayudar a quienes lo necesitan. “No cobramos por esto. Lo hacemos porque creemos en lo que hacemos. Agradezco a mis compañeros y a los jefes de bomberos que permiten que podamos viajar a estos operativos. Todos los días hay incendios, pero el rescate es algo especial. Ayer hablé con mis compañeros y todos estamos dispuestos a dar lo mejor de nosotros”, señala.
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Su compromiso no se limita a la labor en el campo; también se extiende a su familia. “Tengo dos hijos y una vida normal, pero todo esto requiere de una gran organización familiar. No se puede improvisar, hay que tener un plan. Por suerte, mi familia lo entiende y me apoya en esta vocación de servicio”, cuenta, con un brillo de orgullo en sus ojos.
En un país donde la mayoría de los bomberos son voluntarios, Alejandro enfatiza la importancia de la colaboración y el apoyo mutuo entre instituciones y comunidades. “Es fundamental que las empresas comprendan que cuando un bombero debe ir a ayudar, no es un abandono laboral. Necesitamos que nos apoyen, porque una vida vale la pena. Sin empresas que nos apoyen, no hay bomberos voluntarios”, subraya.
La labor de Alejandro García en Villa Gesell es tan solo una historia de la de muchos rescatistas que, sin importar el sacrificio personal, están dispuestos a dejar todo para salvar vidas. “Lo hacemos por amor a la profesión. Cada uno de nosotros siente esa necesidad de ayudar, y eso nos impulsa a seguir adelante”, concluye con una sonrisa ante los micrófonos de este portal.
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